Se me escapaba entre las manos no había forma de retenerlo, el tiempo se deslizaba entre mis dedos cada vez más rápido.
Veía como pasaban los días y como delante de mi se acumulaban cada vez piedras y más piedras. Piedras que eran mi vida, piedras que eran las cosas que tenia que hacer, piedras que cada vez me lastraban más.
A mi memoria vino un recuerdo una pequeña historia que me contó, como no, mi mentor ya hace tiempo, un relato que fue volviendo a mí en otras ocasiones y tuvo una época famosa en Internet, volvió a mi diversas veces pero no era su momento, ahora si que lo era. Mi mentor me explico un día que...
Un joven discípulo acudió a su maestro por que no tenía tiempo para hacer todas las tareas que le habían encomendad. Estaba desesperado y acudió a pedirle consejo.
Encontró a su maestro sentado junto al rió a la sombra de un árbol tomando agua fresca de una jarra que tenia a su lado. Allí el discípulo le planteo su duda.
El maestro como respuesta vació la jarra en un vaso y le pidió que le trajera unas cuantas piedras del río. El maestro las puso cuidadosamente dentro de la jarra. Pregunto a su discípulo si creía que la jarra ya estaba llena. El discípulo contesto, con mucha seguridad, que ya lo estaba, que no cabían más piedras. Como respuesta el maestro le pido que le trajera un poco de gravilla que había en la orilla del río y la puso en la jarra. Volvió a preguntar si estaba llena, el discípulo, ahora no tan seguro, volvió a decir que si, no cabía más gravilla. Entonces el maestro le pidió que cogiera un poco de arena del suelo y la fuese poniendo en la jarra. El maestro volvió a preguntar si ya estaba llena. El discípulo contesto no, en ese momento el maestro sonriente asintió y cogió el vaso de agua que tenía y lo volcó en la jarra, y amablemente le dijo que como ya poseía la solución a sus problemas que la hiciese servir.
El discípulo volvió contento a sus quehaceres poseedor de la respuesta: No importaba las cosas que tuvieses que hacer, si sabias colocar las cosas, siempre podrías hacer más.
A la semana volvió el discípulo a ver a su maestro, enfadado por el consejo que le había dado ya que su vida se había convertido en un desastre.
El maestro le dijo que no había entendido nada de su consejo y se lo explico:Las primeras piedras, las que puse cuidadosamente, han de ser las cosas importantes de tu vida y han de ser las primeras que pongas por que si las pones las últimas no tendrás sitios para ponerlas y las perderás por el camino... Ahora ve y cumple tus tareas pero decide lo que es verdaderamente importante para ti, ten en cuenta lo que te importa.
Hace poco vacié mi jarra, y llevo unos días recolocando mis piedras grandes, hay muchas y me temo que alguna tendré que abandonar. Pero por ahora este pequeño rincón no es una de ellas.
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