Netol era (o quizá es aún) un líquido para la limpieza de metales fabricado en Cataluña como se puede deducir de su nombre: net, en catalán es limpio, y la terminación en “ol” se corresponde a la terminación de algunos hidrocarburos, fundamentalmente los alcoholes.El liquido era más bien viscoso y de un color indefinido que se extendía sobre los metales, especialmente el latón de lámparas y otros enseres, con facilidad y, frotando bien, se conseguía un brillante dorado. Mi madre tenía montada una particular guerra con la vecina de al lado, con la que compartíamos un largo balcón adornado con unas bolas de metal. De vez en cuando limpiaba las nuestras con el único propósito de que se viera la diferencia con las de la vecina. Cosas del vecindario. El Netol era un excelente limpiametales aunque no todos. En la mili aprendí que no servía para bruñir el cerrojo del mosquetón, que era de acero y se limpiaba mejor con un derivado del petróleo. En la unidad de infantería donde disfruté de unas vacaciones pagadas había un comandante que se hizo famoso porque en una revista, a la vista de un fusil que parecía no cumplir las expectativas, exclamó: “¡Si este fusil está limpio mis cojones son perlas!”. A cuya consecuencia el comandante pasó a ser conocido como “El Perlas” entre la soldadesca. A mi lo del Netol que me obsesionaba era la jeta del mayordomo anunciante. Pelirrojo, con su cuello de pajarita y chaleco a rayas, mostraba una especie de sonrisa que le estiraba los mofletes de forma grotesca. A uno de mis hermanos que de pequeño era mofletudo, algún elemento incontrolado de la familia se entretenía en estirarle los carrillos y llamarle “Netol”, sólo para fastidiar. Pero lo peor era la información reiterada de que el Netol era un producto tóxico, venenoso. Que si lo bebías se te ponía la cara como al personaje del anuncio. ¡Horror! En realidad, si te tomas un cubata de Netol, lo que pasa es que te produce una insuficiencia renal y una efecto tóxico sobre la médula ósea que entre una y otro es muy probable que te lleven a la tumba. Pero sin que te cambie la cara. Pero esas leyendas abundaban en el entorno de la droguería de mis tías que, en su tiempo, vendieron centenares de envases de Netol a su clientela. En cualquier caso, la jeta del tio de Netol formó parte de las imágenes que me rodeaban y que ahora reconozco como “freakies”. I mean: they freaked me out.
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