miércoles, 22 de septiembre de 2010
TOCAR FONDO NUNCA
Caer. Quedar ahí mirando esa nada abismal que gruñe y ladra y muestra los dientes y es un solo mínimo instante de sensaciones casi pasajeras casi sin importancia y saber entonces que él no era importante en el guión, realmente no importaba quién interpretara ese papel no importaba antes y tampoco importa ahora. La representación se manifiesta en varios rostros cuerpos voces hechos. El deseo va mutando su objeto escenario persona, el deseo necesita de cosquillas de complicidad de silencios gestos y originalidad. Necesita de locura y caos porque evidentemente ese es el ingrediente indispensable. Sin mutación se aburre y duerme pierde. Perder perdiendo en caída y quedar ahí tragando la nada abismal aburriéndose de aburrirse del aburrimiento. Gritar desaforadamente hasta quedar sin aire y ahogarse sin gargantas y que nadie lo perciba. Quedar ahí arrancándose la piel de tanta suciedad pegajosa de hastío. Quemar esos puntos suspensivos que a veces tiemblan de frío, desafiar nuestro instinto de supervivencia e ir en contra de nosotros mismos perderse encontrarse y volverse a perder tirarse al vacío caer en picada hacia la nada abismal matar la ansiedad no controlar los impulsos tirarse si total la caída es siempre igual no importa la altura. No hay fondos. No permito que haya fondo. Caer hasta que de repente un tirón te levanta y te arranca y te mueve y te apreta y te ríe. Levantarse como sea respirar aflojar soltar y volver a la búsqueda, intentando llegar siempre más lejos. No hay límites ni reglas ni fondos. No permito que lo hayan. Estará mal. Pero tocar fondo para mí, está peor.
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